lunes, 26 de noviembre de 2012

Let it be me

Duermes...

Nadie que no lo haya visto puede comprender la bendición que resulta verte hacerlo. Y pensar que yo puedo ser el pequeño guerrero que asusta tus pesadillas y protagoniza tus sueños... 
Mis latidos se acompasan a tu respiración para no despertarte con su galope, y por un momento, dejo de ser ese desastre que a veces llena tu mundo de monstruos y me convierto en guardián de cada una de tus cicatrices, justo como si hubiera nacido para ello.
Pienso en todas esas veces en las que nos hemos querido más de la cuenta, y en como pasamos de la autodestrucción a la panacea en cuestión de segundos. Pero qué más da, nadie que no sea nosotros sabe nada de cómo podemos hacer que una cama sea el vehículo perfecto para viajar alrededor del mundo, riéndonos de cualquiera que cree saber lo que es el amor.
Duermes, y todo ese huracán que produces cuando sonríes parece que duerme también dentro de ti (aunque ya esté pensando en que haré luego para despertarlo). Tu columna, desfiladero que he tatuado con mis huellas y saliva, sube y baja levemente con cada exhalación, mientras que abrazas la almohada como a un salvavidas. ¡Bendita ironía! ¿Aún no sabes que no pienso soltarte nunca?


Duermes, pero ya te empiezo a echar de menos...



1 comentario:

  1. Un texto precioso. me encanta como escribes, ojalá algún día llegue a escribir la mitad de bien que tú.

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