lunes, 26 de noviembre de 2012

Let it be me

Duermes...

Nadie que no lo haya visto puede comprender la bendición que resulta verte hacerlo. Y pensar que yo puedo ser el pequeño guerrero que asusta tus pesadillas y protagoniza tus sueños... 
Mis latidos se acompasan a tu respiración para no despertarte con su galope, y por un momento, dejo de ser ese desastre que a veces llena tu mundo de monstruos y me convierto en guardián de cada una de tus cicatrices, justo como si hubiera nacido para ello.
Pienso en todas esas veces en las que nos hemos querido más de la cuenta, y en como pasamos de la autodestrucción a la panacea en cuestión de segundos. Pero qué más da, nadie que no sea nosotros sabe nada de cómo podemos hacer que una cama sea el vehículo perfecto para viajar alrededor del mundo, riéndonos de cualquiera que cree saber lo que es el amor.
Duermes, y todo ese huracán que produces cuando sonríes parece que duerme también dentro de ti (aunque ya esté pensando en que haré luego para despertarlo). Tu columna, desfiladero que he tatuado con mis huellas y saliva, sube y baja levemente con cada exhalación, mientras que abrazas la almohada como a un salvavidas. ¡Bendita ironía! ¿Aún no sabes que no pienso soltarte nunca?


Duermes, pero ya te empiezo a echar de menos...



martes, 22 de mayo de 2012

Lo entiendo todo.

Ahora lo entiendo todo.
Esas canciones de poetas desterrados en bares de humo y tacones.
De como agoniza el violín de un músico callejero, cuando el orgullo pesa más que un beso.
Entiendo esos corazones desgarrados, cuando la ausencia duele tanto como balas de cañón.
Conozco esa mezcla de nervios e impaciencia cuando se acerca para que mi sangre fluya a su ritmo.
Entiendo de ridículas realidades que cobran sentido con una sonrisa.
Y de como el miedo a perdernos nos tortura lo suficiente como para despúes curarnos con saliva.
Lo suficiente, pero nunca demasiado.
También entiendo lo frías que son las noches cuando no puedo luchar contra sus pesadillas.
Y sé cuales son sus puntos más débiles porque es donde me gusta montar guardia.
Puedo distinguir trescientos tipos de caricias, cada una más apremiante que la anterior. 
Que sí, que conozco muy bien la maravilla que resulta que se despierte a mi lado.
Y que se duerma.
Y también entiendo eso de viajar por su espalda y que no sea a él a quien se le ponen los pelos de puntas.


¿Pero cómo iba a ser de otro modo?
Si ahora gracias a él, lo entiendo todo.




domingo, 20 de mayo de 2012

Pesadillas.


Como ya era costumbre, las pesadillas acudían puntuales a su cita nocturna. Eran pocas las noches que la dejaban dormir sola. Siempre la sorprendían con el corazón desbocado y con un hilo de sudor frío descendíéndole por la columna. Pero entonces, algo más que el miedo  comenzó a acariciarle la espalda. Esa noche las pesadillas no eran su única compañía. 
- ¿Qué te pasa?
  La poca luz que entraba por las rendijas de la persiana era suficiente para saber que estaba allí, que no era un sueño ni nada, que era real. No le hacía falta explicarle lo que hace unos segundos la había despertado, no necesitaba contarle sus miedos porque él conocía todos y cada uno de ellos. Solo ver la curva de su mandíbula, sus ojos entreabiertos a causa del sueño interrumpido, solo con respirar su olor inconfundible  era suficiente para devolverle la tranquilidad. Volvió a recostarse sobre esa cama soporte de tantas batallas a muerte por cansancio. Hundió la cara en su cuello y sonrió.
- Que te quiero.


jueves, 26 de abril de 2012

Sex on fire.




Llega un leve rumor con esencia de Johnny Cash. El aire cargado de sudor y jadeos resulta agradablemente irrespirable. Mientras, el sol del atardecer se cuela entre las rendijas de las persianas, sacando a relucir motas de polvo flotante que acarician su espalda en la penumbra. Y ella las odia por ello.
Esa espalda es tan suya que le tortura el simple hecho de que alguien que no sea ella pueda tocarla. Se arrastra por la alfombra hacia él, desesperada, y le rodea la cintura. Se aferra a él como si en cualquier momento fuera a desvanecerse. Pero no lo hará, nunca.
Le acaricia los hombros con el filo de sus dientes, para ir poco a poco abriéndose paso hacia su cuello y terminar recorriendo el inicio de su columna vertebral con la lengua. Él nota palpitar su acelerado corazón sobre su espalda desnuda y se gira para seguir con lo que antes no terminó, para encontrar su boca entreabierta esperando por su saliva, para comerse su orgullo y lo que ella quiera .
Y tienen todo el tiempo del mundo. Ahí, en esa alfombra, que todavía le quedan muchos arañazos y rozaduras por aguantar.

martes, 17 de abril de 2012

Hoy y siempre.



- Déjame pedirte una cosa.
- ¿Qué puedo darte que no lo haya hecho ya?
- Escúchame, probablemente sea lo más difícil que te haya pedido hasta ahora. Quiero que siempre me mires justo como lo haces ahora, de esa forma que nadie nunca antes lo ha hecho. Quiero que me beses como si fuera la primera y la última vez que eso ocurre. Quiero que nos riamos y que nadie entienda por qué. Quiero que me cuentes cada cosa que pasa por tu cabeza y que cuando yo lo haga, me escuches como si no hubiera ningún otro sonido en el mundo que no fuera mi voz. Quiero que me toques, a veces como si fuera a romperme en cualquier momento y otras como si fuera más dura que el acero. Quiero que cada vez que me abraces, de lo fuerte que lo hagas, pueda sentir tu corazón contra mi pecho.Quiero que aún cuando nos saquemos de quicio, a pesar del miedo a perdernos, sepamos que todo va a volver a estar bien. Realmente no pido nada que no estés haciendo ahora, sólo pido que siempre sea igual.  Quiero que me quieras, todos los días.
- No tienes por qué pedirme eso, es imposible que no lo haga. Te quiero, hoy y siempre.

miércoles, 11 de abril de 2012

Sin aditivos.

- Creo que me vendría bien intentar mejorar un poco.
- ¿Mejorar? ¿En qué sentido?
- Sí, ya sabes, cambiar todas esas cosas capaces de sacar de quicio a cualquiera.
- Lo siento, pero no logro entender a qué te refieres.
- Por ejemplo, cuando me entrán los celos, así sin motivo, o cuando me enfado, y no pienso lo que digo o cuando...
- Para, para. ¿No lo entiendes, verdad? Cada una de esas cosas forman parte de ti, te hacen único y especial entre millones. No quiero nada que me robe un poco de tu esencia, de lo que eres, sin aditivos. Realmente me hace gracia cuando te pones celoso, no te imaginas lo ridículo que me resulta que puedas pensar que puedo tener otra cosa en la cabeza que no seas tú. Creéme, aunque no quisiera, que por supuesto, quiero, formas parte de mí, más aún que la sangre que corre por mis venas, y eso es algo que nada puede cambiar. Y cuando te enfadas y me enfado, tengo que reconocer que me acojona la sola posibilidad de  perderte, a tí, que eres la suerte de mi vida. Aún así, trato de pensar en la reconciliación, en volver a oír tu risa, y en como me vas abrazar, en recorrerte la columna con la punta de los dedos, y en lo bien que se siente tu piel sobre la mía. Eso que tú quieres cambiar, es lo que más se echa de menos cuando no te tengo. 

jueves, 24 de marzo de 2011

Siempre conmigo.



No me habléis de lo que es la felicidad si no le conocéis, no me digáis que es empezar un día con buen pie si nunca habéis despertado a su lado, no os atreváis a dejaros llevar si no son sus manos las que os guíen. Podría decir que siempre le llevo conmigo, pero quizás sea más acertado jurar que ya es parte de mi. Sólo hace falta mirar en sus ojos para saber que es él, que no hay nadie más que cause ese efecto sobre mi, ese efecto que hace que me tiemblen las rodillas con un mísero roce de su piel, que consigue hacerme volar por encima de todo  con los pies pegados al suelo, que me lleva a recorrer el mundo desde los bancos del parque, que sus heridas me duelen a mi y que me hace capaz de cualquier cosa con tal de hacerle sonreír. Que no hay nadie a quien pueda deberle tanta felicidad en tan poco tiempo.